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¿Cómo se acaba con un proindiviso de una finca rústica?

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      Como ya sabrás, un proindiviso es la situación que se produce cuando dos personas o más son titulares o propietarios de un inmueble, dando igual el porcentaje de cuota que corresponda a cada uno. Incluso si a una de las partes tan solo le correspondiera un 1% de la propiedad, también se trataría de un proindiviso. Estas situaciones suelen darse a menudo con las herencias, divorcios y donaciones.

      En el caso de una finca rústica, un proindiviso se produciría de la misma manera. A ninguno de los copropietarios le correspondería la totalidad de la propiedad, pero tampoco tendrían asignada una superficie específica de la finca rústica, sino que cada uno contaría con una cuota ideal sobre la parcela. 

      ¿Se puede poner fin al proindiviso de una finca rústica?

      El Código Civil establece que nadie está obligado a permanecer en una situación de proindiviso, por lo que cualquiera de los copropietarios de una finca rústica puede pedir su división. 

      Si la propiedad se puede dividir en el mismo número de parcelas que copropietarios que superen la unidad mínima de cultivo, se puede poner fin al proindiviso a través de un acuerdo. En este caso lo más recomendable es contratar los servicios de un perito, que realice las particiones y que sortee los lotes. Además el perito deberá encargarse de notificar esa división ante notario, para su formalización en escrituras públicas. 

      No obstante, podría darse el caso de que la división no se pueda realizar con el acuerdo de todas las partes. Entonces habría que recurrir a la vía judicial, solicitando la división de la finca rústica en el juzgado. 

      Otra situación que podría producirse es que la finca rústica no pudiera dividirse en tantas parcelas como copropietarios que superen la unidad mínima de cultivo. En este caso los copropietarios deberían vender la finca a un tercero, o venderla a un copropietario que, evidentemente, debería pagar su parte al resto. También existe en este caso la opción de proceder a una subasta voluntaria.

      Por último, en el caso de que la finca sea indivisible y no hubiera un acuerdo para su venta entre los copropietarios, la única vía sería la jurídica. De esta manera, y como no es posible dividir la finca, no habría más remedio que subastar la finca públicamente, repartiendo después el dinero obtenido entre todos los copropietarios en base a sus cuotas. 

      Vemos, por tanto, que existen distintas formas para poner fin a un proindiviso de una finca rústica: si esta es divisible y los copropietarios están de acuerdo, se puede dividir. Si es divisible pero los copropietarios no están de acuerdo, se puede solicitar la división en un juzgado. Si la finca rústica es indivisible pero todos los copropietarios acuerdan venderla a un tercero o a uno de ellos, tampoco habría problema. Y si alguno de ellos se opusiera, a través de la vía judicial se realizaría una subasta pública de la finca, repartiéndose después el dinero entre los copropietarios. 



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